LA EXPERIENCIA DIVINA

Nunca pensé que fuese posible hablar con mi alma. Meditar siempre me pareció una proeza reservada para monjes budistas, no para alguien con tan poco talento para quedarse quieto y cuyos pensamientos se acumulan como ladrillos en una cantera de mala muerte.

Pero hoy decidí salir a dar un paseo; y en mi esfuerzo por ignorar el ruido de las calles,  quedé totalmente sumergido en mis pensamientos y de repente:

ALMA. ¡Hola, Phiaire! ¿Cómo has estado?

PHIAIRE. ¡No lo puedo creer! ¿Estoy hablando con mi alma? 

ALMA. ¿Qué es lo que no puedes creer, que yo exista?

PHIAIRE. La ciencia nunca ha podido comprobar tu existencia, así que probablemente esto sea un simple monólogo.

ALMA. ¿Crees que solo existe aquello que puede ser probado por la ciencia?

PHAIRE. ¡Por supuesto! ¿Qué otra herramienta tendríamos para probar algo que está más allá de la lógica?

ALMA. Si quieres, yo puedo enseñarte algunas.  

PHIAIRE. No creo que simplemente hablando con mi cabeza pueda encontrarle respuesta a misterios que la humanidad lleva siglos intentando descifrar. 

ALMA. Hablando con tu cabeza tal vez no, pero hablando conmigo sí… y no. 

PHIAIRE. Esa es una pésima respuesta.

ALMA. Yo tengo todas las respuestas que buscas, el problema es que cada respuesta siempre te llevará a formularte nuevas preguntas.

PHIAIRE. ¿Entonces qué sentido tiene preguntar?

ALMA. Eres demasiado curioso. Además, mis respuestas harán que nunca tengas que hacerte la misma pregunta dos veces.

PHIAIRE. Pero…

ALMA. Mejor cómpranos un café que esto va para largo…